sábado, 6 de octubre de 2007

¡OH, si fuera yo un ángel y se me concediera el deseo de mi corazón, para salir y hablar con la trompeta de Dios, con una voz que estremeciera la tierra, y proclamar el arrepentimiento a todo pueblo!
Sí, declararía yo a toda alma, como con voz de trueno, el arrepentimiento y el plan de redención: Que deben arrepentirse y venir a nuestro Dios, para que no haya más dolor sobre toda la superficie de la tierra.
Mas he aquí, soy hombre, y peco en mi deseo; porque debería estar conforme con lo que el Señor me ha concedido.
No debería, en mis deseos, perturbar los firmes decretos de un Dios justo, porque sé que él concede a los hombres según lo que deseen, ya sea para muerte o para vida; sí, sé que él concede a los hombres, sí, les decreta decretos que son inalterables, según la voluntad de ellos, ya sea para salvación o destrucción.
Sí, y sé que el bien y el mal han llegado ante todos los hombres; y quien no puede discernir el bien del mal, no es culpable; mas el que conoce el bien y el mal, a éste le es dado según sus deseos, sea que desee el bien o el mal, la vida o la muerte, el gozo o el remordimiento de conciencia.
Ahora bien, en vista de que sé estas cosas, ¿por qué he de desear algo más que hacer la obra a la que he sido llamado?
¿Por qué he de desear ser un ángel para poder hablar a todos los extremos de la tierra?
Pues he aquí, el Señor les concede a todas las naciones que, de su propia nación y lengua, enseñen su palabra, sí, con sabiduría, canto él juzgue conveniente que tengan; por lo tanto, vemos que el Señor aconseja en sabiduría, de conformidad con lo que es justo y verdadero.
Sé lo que el Señor me ha mandado, y en ello me glorío. Y no me glorío en mi mismo, sino en lo que el Señor me ha mandado; sí, ésta es mi gloria, que quizás sea un instrumento en las manos de Dios para conducir a algún alma al arrepentimiento; y éste es mi gozo.
Y he aquí, cuando veo a muchos de mis hermanos verdaderamente arrepentidos, y que vienen al Señor su Dios, mi alma se llena de gozo; entonces recuerdo lo que el Señor ha hecho por mí, sí, que ha oído mi oración; sí, entonces recuerdo su misericordioso brazo que extendió hacia mí.
Sí, y me acuerdo también de la cautividad de mis padres; porque ciertamente sé que el Señor los libró de la servidumbre, y así estableció su Iglesia; sí, el Señor Dios, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob, los libró del cautiverio.
Sí, siempre he recordado el cautiverio de mis padres, y ese mismo Dios que los libró de las manos de los egipcios, los libró de la servidumbre.
Sí, y ese mismo Dios estableció su iglesia entre ellos, sí, y ese mismo Dios me ha llamado con un santo llamamiento para que predique la palabra a este pueblo, y me ha concedido mucho éxito, en lo cual mi gozo es cabal.
Pero no me regocijo en mi propio éxito solamente, sino que mi gozo es más completo a causa del éxito de mis hermanos que han subido a la tierra de Nefi.
He aquí, han trabajado sobremanera, y han producido mucho fruto; y cuán grande será su recompensa.
Y cuando pienso en el éxito de éstos mis hermanos, se trasporta mi alma como si fuera a separarse del cuerpo, tan grande es mi gozo.
Y ahora conceda Dios que estos mis hermanos se sienten en el reino de Dios; sí, y también todos aquellos que son el fruto de sus obras, para que ya no salgan más, sino que lo alaben para siempre; y Dios conceda que se haga según mis palabras, así como he dicho. Amén


--------------------------------Alma 29

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